Por MARTHA RÍOS | Corresponsal Eje Cafetero
Belleza: Cualidad de una persona, animal o cosa capaz de provocar en quien los contempla o los escucha un placer sensorial, intelectual o espiritual.
Ridiculez: Acción o dicho que resulta ridículo (que provoca risa o burla).
Como seres humanos creo que somos lo más imperfecto desde la existencia del mundo, somos tan imperfectos que tenemos el planeta en el estado más deplorable y aún peor, cuando hay situaciones que a muchos no les importa, haciendo alarde de las injusticias, etc. Pero mi tema es diferente y es que estamos confundiendo la belleza con la perfección de lo que a simple vista se ve.
Pareciera que hacer dietas extremas que hasta llevan a desarrollar enfermedades, cirugías que en varias ocasiones deja a las personas en condiciones lamentables si de salud y estética se refiere. Horas y horas de gimnasio hasta el cansancio y muchas veces sin la instrucción adecuada porque tienen el convencimiento que ya se las saben todas, gastar altas sumas de dinero y peor aún, endeudándose para lucir “marcas”.
La industria de la moda va rotando con colecciones nuevas, aclaro que no estoy en contra ni señalo a cualquiera en particular, sobre todo que cada quien gaste su dinero como quiera e igualmente su tiempo y sus gustos. Pero la belleza no es sólo estatura, abdominales marcados, la cartera costosa y demás. Hay personas con una actitud arrolladora, léxicos amplios, buenos modales, saben lucir lo que usan y no necesariamente son las marcas más conocidas; desarrollan cualidades interesantes, se preparan en la vida aprovechando el tiempo, son puntuales, no miran por encima del hombro a los demás, no subestiman, les importa estar bien presentados, son naturales en su personalidad y no copian estereotipos extranjeros por que les parece bonito. Se enorgullecen de su país, de la idiosincrasia, saben que les luce y que no deben usar.
Y esto último es interesante, ¿cómo es posible que hayan mujeres ya tan adultas queriéndose parecer a una jovencita? Esas faldas mini, esos maquillajes que se meten por cada línea ¡con la desventura de meterse tanto! que la resaltan, esos moñitos a cada lado de la cara, esas protuberancias corporales con tops que no pueden disimular sino destacar, esos ombligos con el rastro del número de las maternidades, además como un marco haciendo juego con las estrías. Esas prendas tan forradas que parecieran una segunda piel, pues la celulitis es bien notoria y sigo…
Por que también está el otro lado del asunto, hay niñas y niños que quieren aparentar ser adultos y recurren a tintes para el cabello, prendas que muestran su incipiente desarrollo humano queriendo ser ridículamente sexy, con cigarrillos en la boca, con música que repiten incluso sin fijarse que va en contra de la juventud, de la infancia, pero hay más y es que, de cumpleaños piden cirugías plásticas sin necesidad, sólo por estar a la moda o por que su referente es alguna fotografía y quieren verse así con el consentimiento de sus familiares mayores. Es más, hay algunas que van como disfrazadas y ellos no se escapan de esta apreciación, haciendo de su humanidad el blanco de las miradas y no para admirarlos precisamente, ¡damas y caballeros por favor!.
Esos atuendos de las y los hijos, por que parece que los están imitando, no son para convertirse en el bufón de nadie. ¿Qué complejo se los devora, qué esconden, qué quieren aparentar? Por más cosas que nos hagamos JAMÁS vamos a parecer unas y unos jovencitos. Hay que aterrizar, pues de lo mal llamado estético se pasa rápidamente a lo ridículo, hay que aceptar que los años pasan y consigo el cuerpo.
Es cierto y yo misma no lo niego, que nos queremos ver bien, hacernos ayuditas (para quien lo prefiera) no es malo y ojalá existiera el elixir de la juventud pero, no existe, no es así. Cuando eso ocurre, el efecto que quieren lograr es totalmente lo contrario, aumentan años y se ve ordinario. A todas estas prevalece el buen estilo, la consciencia y aceptación de los años que tenemos, nuestra condición, nuestro entorno.
Hay mujeres y hombres con unas personalidades tan agradables, tan puestos en su sitio, tan centrados que no necesitan ataviarse de cosas para llamar la atención; reúnen cualidades y valores que son su mejor adorno. Así que ser bonita o bonito no es suficiente, el mundo nos ofrece más que eso y si por fortuna tiene un físico agradable a los ojos, pues cultivando valores es como convertirse en el ejemplo a seguir, hay que darse la oportunidad de que conozcan el gran ser humano que llevamos. No caigan, recuerden “Dime de qué presumes y te diré de que careces” o “Mira la esencia, no las apariencias”.